“Petatearse” es una expresión tan usada que ya forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE).
El comienzo de la frase “petatearse” alude a un objeto de gran simbolismo en la cultura mexicana: el petate, del náhuatl “petlatl”. Un tapete o alfombra tejida con palma de petate, utilizado principalmente para dormir, pero que a lo largo del tiempo ha adquirido diversas utilidades en distintas culturas.
Para los zapotecas, el petate representaba el ciclo de la vida. Era el umbral para los recién nacidos, ya que sobre él las mujeres daban a luz. También se utilizaba como elemento devocional para arrodillarse y moler el maíz. En ceremonias matrimoniales, las parejas se paraban sobre un petate para recibir bendiciones y buenos augurios. Además, servía como lecho para descansar y, por último, como mortaja para los difuntos.
Sin embargo, este último uso no se limitaba a los zapotecas; otras culturas prehispánicas como la nahua y mixteca también empleaban el petate para envolver a los difuntos, especialmente cuando eran personas comunes y humildes que no pertenecían a la nobleza.
Durante la Revolución Mexicana, esta costumbre resurgió debido al aumento de defunciones por el conflicto armado y la escasez de recursos para adquirir ataúdes. Los cuerpos eran tantos que se envolvían en petates y se alineaban en largas hileras. Fue en este contexto que surgió la conocida expresión “se petateó” para referirse a la muerte de alguien.
Según la Real Academia Española (RAE), “petatearse” es un verbo pronominal que se conjuga con pronombres átonos como me, te, se, nos y os. Es una expresión coloquial utilizada en México y El Salvador que significa morir o llegar al final de la vida.