Las aves que conocemos en la actualidad son una especie distinta a la original que dejó de existir en Islandia.
La historia de los auténticos pingüinos, Pinguinus impennis, es realmente conmovedora y trágica. Estas aves, conocidas como “pájaros niño” o “pájaros bobo” por los primeros europeos, eran una especie de alca gigante que se extinguieron en 1844. Su historia nos recuerda la influencia devastadora que la caza humana y la sobreexplotación pueden tener en la vida silvestre.
Los verdaderos pingüinos, incapaces de volar, fueron blanco de una intensa persecución. Fueron cazados indiscriminadamente, sus huevos y plumas recolectados, y su alimento agotado por la sobreexplotación pesquera. A pesar de las advertencias de naturalistas sobre el mal sabor de su carne, los marineros continuaron cazándolos.
La isla de Geirfuglasker, un refugio crucial para estas aves, desapareció en 1830, forzándolas a mudarse a otras áreas de Islandia. Las guerras napoleónicas intensificaron la presión de caza, y en 1844, la última pareja conocida fue cazada en Eldey, marcando el triste fin de esta especie.
La demanda de coleccionistas europeos por pieles y ejemplares disecados también contribuyó a su desaparición. Esta historia destaca la importancia de la conservación y la necesidad de preservar la diversidad biológica frente a las amenazas humanas.