La seguridad pública parece haber sido relegada al último lugar de las prioridades institucionales en Ciudad Valles. La caída de un hombre desde el segundo piso de una terraza, a escasos metros del teatro del pueblo, durante el arranque de la Feria Nacional de la Huasteca Potosina (Fenahuap), no fue un accidente casual, sino la consecuencia inevitable de una omisión sostenida desde el poder.
Miguel Ángel Sánchez Hernández, director de Protección Civil municipal, quedó expuesto. No por sus acciones, sino por sus omisiones. En un evento de alta concentración de personas, su deber era anticiparse a cualquier riesgo. No lo hizo. Y lo más grave: reconoció públicamente el sobrecupo del recinto, sin que esto derivara en la clausura inmediata del sitio, ni en una investigación formal, ni en responsabilidades administrativas. Su única solución fue reforzar un piso que ya había fallado. Literal y simbólicamente.
La improvisación institucional fue evidente. La rueda de prensa que ofreció fue interrumpida de forma abrupta cuando los cuestionamientos comenzaron a incomodar, la titular de la Segam de SLP, Sonia Mendoza Díaz, salió al quite con un gesto más político que técnico. No hubo explicaciones ni rendición de cuentas. Solo el anuncio de que se retirarían del lugar, como si eso bastara para acallar la exigencia de respuestas. Y eso, precisamente, es lo que caracteriza a esta administración en materia de protección civil: eludir, minimizar y corregir solo cuando las cámaras están encendidas.
Horas más tarde, la Dirección de Comunicación Social difundió imágenes del personal “haciendo su trabajo” —a destiempo, claro— y anunció que el afectado se encontraba en buen estado de salud. Sin diagnóstico oficial, sin sanciones, sin protocolos. Un simulacro de acción que encubre, pero no resuelve. Porque, claro, el show debe continuar, y la seguridad puede esperar.
Pero la Fenahuap no es solo un escaparate artístico y comercial: es también un espejo del Estado. Que los funcionarios locales frecuenten el sitio donde ocurrió el incidente solo agrava la percepción de impunidad. Porque, si sabían de las condiciones del lugar, fallaron por omisión. Y si no sabían, fallaron por inoperancia.
Lo ocurrido anoche es una alerta. No es el primer episodio que evidencia la fragilidad de esta dependencia municipal. El cargo de director de Protección Civil en Ciudad Valles se convirtió en un puesto de paso, ocupado por una fila de funcionarios incapaces de consolidar políticas preventivas. El anterior titular, René Santos Lárraga, dejó su cargo denunciando la falta de condiciones mínimas para desempeñar su labor. Su salida, ignorada por el gobierno local, fue un síntoma claro de un problema estructural.
Ya no basta con lamentar los hechos ni con reforzar tablones. La permanencia de Sánchez Hernández en el cargo es insostenible. Por dignidad institucional, debe renunciar. Pero más allá de su salida, el presidente David Armando Medina Salazar debe asumir su responsabilidad política: colocar al frente de Protección Civil a un profesional con formación técnica, criterio, autoridad y respaldo operativo. No a un improvisado, no a un perfil político, no a un amigo de conveniencia.
Porque, mientras la Dirección de Protección Civil siga siendo tratada como una oficina de trámite menor, Ciudad Valles seguirá apostando su seguridad al azar. Y cuando el azar falla —como falló esta vez—, la ciudadanía es la que paga las consecuencias.