Emilio Azcárraga Vidaurreta no fue solo el fundador de Televisa: fue el patriarca de una dinastía que transformó la industria de los medios de comunicación en el mundo hispano. A 130 años de su nacimiento, su legado se mantiene vivo en la arquitectura empresarial y cultural de América Latina.
De raíces vascas a la cúspide empresarial
El apellido Azcárraga tiene resonancia propia en la historia empresarial de México. Con orígenes vascos, su linaje se remonta al Tampico de 1830, donde Mariano Azcárraga Peña —abuelo de Azcárraga Vidaurreta— se desempeñó como síndico y tesorero municipal. Su descendencia continuó en el servicio público y la vida intelectual, hasta que una nueva generación cambiaría el curso familiar hacia la radiodifusión y la televisión.
Fue con el matrimonio entre Mariano Azcárraga López de Rivera —hijo de Azcárraga Peña— y María Emilia Vidaurreta Rovira —también de ascendencia vasca— que se forjó el primer gran salto de esta estirpe. De esa unión nacieron varios hijos; uno de ellos, Emilio Azcárraga Vidaurreta, el primero de los cuatro “Emilios” que transformaron las comunicaciones en habla hispana.
El comienzo de una dinastía
Durante años se creyó que Emilio Azcárraga Vidaurreta había nacido en Tampico, Tamaulipas. Sin embargo, registros oficiales respaldados por el excronista municipal Noel Cortés Jiménez sitúan su lugar de nacimiento en Ébano, San Luis Potosí, el 2 de marzo de 1895. A temprana edad se trasladó con su familia a Ciudad Porfirio Díaz —hoy Piedras Negras—, en el estado de Coahuila, luego de que su padre fuera asignado como administrador de la aduana local.
Mientras en 1901 se iniciaban las labores de perforación del primer pozo petrolero en Ébano, un acontecimiento que marcaría un hito en la historia energética de México, Emilio daba sus primeros pasos en la educación primaria a casi 900 kilómetros de distancia. Continuó sus estudios en San Antonio, Texas, y más tarde completó la secundaria y la preparatoria en Austin. Su formación académica en negocios y economía la cursó en la St. Edward’s University, también ubicada en la capital texana.
A los 17 años, en 1912 —mientras México atravesaba la Revolución Mexicana— Azcárraga Vidaurreta comenzó su paso por el mundo de los negocios y empezó siendo vendedor de una tienda de zapatos; primero, en el puerto de Veracruz y, posteriormente, en Tampico. Era tal su habilidad para las ventas, que, obtuvo los derechos de distribución de una tienda de zapatos con sede en Boston, convirtiéndose en su representante comercial en México.
De acuerdo con el libro “El Tigre: Emilio Azcárraga y su imperio Televisa”, de Claudia Fernández y Andrew Paxman, se cuenta que los hermanos Rogerio, Gastón y Emilio Azcárraga Vidaurreta compraban arte, joyas, y algunos otros productos de gran valor a familias mexicanas adineradas que habían caído en desgracia por la guerra. Entonces, la familia guardaba aquellos tesoros en bolsas, con las cuales cruzaban la frontera hacia los Estados Unidos de América, y lo vendían en el país vecino, obteniendo jugosas ganancias gracias al contrabando.
Posteriormente, a los 22 años, Azcárraga Vidaurreta abrió una agencia de autos Ford en Monterrey, Nuevo León, llamada “Azcárraga & Copland S.A.”, distribuidora automotriz con capital del Sr. Stanley Copland. En poco tiempo, inauguró agencias en varias ciudades del país, consolidando así su franquicia, al captar la inversión de otros regiomontanos interesados en sumarse a su proyecto.
De la radio a la televisión: el nacimiento del imperio
La incursión en la industria del entretenimiento inició en 1922, cuando participó en la creación de la empresa “The Mexican Music Company, S.A.”. El éxito que tuvo en este negocio le dio la posibilidad de invertir en otros giros, como la compra de la empresa de discos y fonógrafos Victor Talking Machine Company, en 1923.
Años más tarde, en junio de 1930, fundó en Monterrey la estación radiofónica XET-AM y, tres meses después, el 18 de septiembre de 1930 adquirió a su hermano Raúl la XEW-AM —Hoy W Radio—, conocida como “La voz de América Latina desde México”, con el cual revolucionó la industria de los medios de comunicación en Latinoamérica y comenzó el conglomerado de medios que conformaría Telesistema Mexicano.
En 1941 consiguió establecer su primera cadena de emisoras, comprando más tarde cadenas existentes como la Cadena Azul. Con la fundación de los Estudios Churubusco, introdujo la floreciente industria cinematográfica, empresa que no abandonó sino que continuó, pero ahora a través de una cadena de exhibición de películas por toda la República Mexicana.
A partir de 1946 participó en la industria cinematográfica como productor y exhibidor. Para conformar el emporio mediático que hoy conocemos, se asoció con Rómulo O’Farril Silva, quien ya contaba con la primera televisora en México: el Canal 4 XHTV (fundada el 31 de agosto de 1950), y con Guillermo González Camarena, quien operaba el Canal 5 XHGC. Estas alianzas resultaron en Telesistema Mexicano, cuyo primer presidente fue el propio Emilio en 1955. Catorce años después, en 1969, el conglomerado ya representaba 92 unidades de negocios diferentes.
También presidió organizaciones nacionales e internacionales, como la Cámara de la Industria Radiofónica en México y la Asociación Interamericana de Radiodifusión.
Telesistema Mexicano y la televisión a color
En 1946, la entonces Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas (SCOP) —Hoy SCT— concedió al ingeniero Guillermo González Camarena un permiso para realizar transmisiones experimentales al aire. Con apenas 29 años, inauguró oficialmente la primera estación experimental de televisión en México: XHGC, canal 5. Las siglas “GC” hacen referencia a sus apellidos. Todo el equipo técnico fue diseñado y construido por él mismo, quien además fungió como director y concesionario del canal hasta su fallecimiento en 1965.
En 1952, desarrolló un sistema pionero para transmitir imágenes a color, una innovación que revolucionó la industria televisiva. Ese mismo año, firmó un convenio con Televisa —entonces Telesistema Mexicano— para comercializar su tecnología. La estación XHGC-TV inició sus emisiones de prueba el 10 de mayo con la transmisión en blanco y negro de un festival del Día de las Madres, organizado por la cooperativa del Diario Excélsior. Las transmisiones regulares comenzaron el 18 de agosto.
Durante la década de 1960, su actividad se intensificó: realizó pruebas de grabación en Guadalajara para evaluar la transmisión a color, experiencia que tuvo una recepción entusiasta entre los televidentes de esa ciudad. En noviembre de 1962 obtuvo la autorización oficial para transmitir en color a partir de enero de 1963. El 21 de ese mes comenzaron las transmisiones en color por el canal 5, XHGC, operado formalmente como Televisión González Camarena, S.A., con la serie Paraíso infantil. Fiel a su convicción de que la televisión debía servir a la infancia, impulsó una programación vespertina dedicada principalmente a los niños.
Un legado que perdura hasta nuestros días
Casado con Laura Milmo Hickman y padre de tres hijos, Emilio Azcárraga Vidaurreta murió el 23 de septiembre de 1972 en Houston, Texas. Su muerte marcó el fin de una era, pero también dio paso a una transformación encabezada por su hijo, Emilio Azcárraga Milmo.
Un año después, en un contexto convulso tras el asesinato de su principal competidor, Eugenio Garza Sada, Telesistema Mexicano y Televisión Independiente de México se fusionaron para formar Televisa, la empresa que redefinió el entretenimiento, la información y la política en el país.
Ébano, cuna del petróleo, también fue la cuna de este visionario que, con su capacidad para entender el futuro de la comunicación, abrió un camino que trascendería generaciones. Azcárraga Vidaurreta no solo construyó un imperio, construyó un lenguaje audiovisual que permeó hogares y mentalidades. Su figura es inseparable de la historia moderna de México. A 130 años de su nacimiento, su legado no es sólo empresarial: es cultural, social y profundamente mediático.