El Instituto detectó cuatro cambios críticos que también podrían mermar el éxito personal de los estudiantes.
La pandemia de COVID-19 dejó una marca profunda en el sistema educativo mexicano, con aproximadamente 1.5 millones de estudiantes fuera del sistema y un rezago educativo equivalente a dos años de escolaridad. Ante este panorama preocupante, el Banco Mundial advierte que este rezago podría resultar en una disminución del 8% en los ingresos a lo largo de la vida de los estudiantes.
Sin embargo, en medio de esta crisis educativa, la Secretaría de Educación Pública (SEP) anunció un nuevo plan de estudios para educación básica que generó controversia al ser considerado insuficiente para hacer frente a los desafíos actuales y futuros, poniendo en riesgo la formación del talento y el capital humano competitivo del país.
A pocos semanas de su inicio formal en las aulas, el nuevo plan de estudios ha sido objeto de dudas y cuestionamientos respecto a su viabilidad y proceso de implementación, así como a su capacidad para abordar la pérdida de aprendizajes y el abandono escolar. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) realizó un análisis de los documentos disponibles sobre este nuevo plan y los programas curriculares que se aplicarán, conocidos como programas sintéticos, con el objetivo de entender el alcance y los riesgos que implica para el futuro de los estudiantes mexicanos.
Desde su presentación en agosto de 2022, la nueva propuesta curricular ha estado envuelta en incertidumbre, descontento y opacidad. Dos amparos en contra de las autoridades educativas, presentados por la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) y Educación con Rumbo, han generado más controversia, resultando en la cancelación de la prueba piloto y la suspensión de la impresión y distribución de los libros de texto gratuitos.
El camino para la implementación del nuevo plan ha sido turbulento, destacándose los cambios más polémicos, como la sustitución de los grados educativos por fases y la modificación de los sistemas de evaluación. Estos cambios, aunque prometen modificar significativamente el sistema de educación básica, también generan inquietud respecto a su impacto real en el sistema educativo. Más allá de los retos en su implementación, existen cambios que ponen en riesgo la generación de talento y el desarrollo de habilidades fundamentales para el futuro de los estudiantes.
El IMCO identificó cuatro cambios principales del nuevo plan de estudios que podrían profundizar la problemática educativa y dificultar el éxito personal y académico de los estudiantes. Estos cambios, aunque podrían estar orientados a adaptarse a nuevas realidades, también deben garantizar una ruta de implementación adecuada que permita su asimilación efectiva en las aulas y fomente una educación de calidad para el futuro del país. La educación es un pilar fundamental para el desarrollo y progreso de una sociedad, y es crucial que los cambios en el sistema educativo se realicen con la mayor responsabilidad y visión de futuro posible.
La formación de talento preparado deja de ser una prioridad.
El nuevo plan de estudios toma una posición en contra del enfoque en el desarrollo de talento basado únicamente en habilidades y demandas del mercado laboral dentro de la educación básica. Argumenta que este enfoque está en conflicto con el desarrollo humano y comunitario. De acuerdo con el plan, se busca promover una educación que tenga en cuenta una visión más integral y humana de la formación de los estudiantes.
No se busca enseñar conocimientos, valores y actitudes para que las niñas, niños y adolescentes se asimilen y adapten a la sociedad a la que pertenecen, tampoco es función de la escuela formar capital humano desde la educación preescolar, primaria y secundaria hasta la educación superior para responder a los perfiles que establece el mercado laboral.
Página 15-16 del nuevo plan de estudios.
Se resta importancia a la adquisición de aprendizajes clave, como matemáticas.
El nuevo plan de estudios en México se enfoca en una perspectiva comunitaria, lo que podría tener un impacto negativo en la enseñanza de conocimientos y habilidades universales esenciales en un contexto global. La propuesta organiza los aprendizajes en cuatro campos formativos: Lenguajes; Saberes y pensamiento científico; Ética, naturaleza y sociedades; y De lo humano y lo comunitario. Esta estructura busca establecer un currículo donde las disciplinas se relacionen entre sí y con el entorno de los estudiantes.
La intención de superar la fragmentación del conocimiento y promover una educación más integral es una aspiración compartida por sistemas educativos efectivos en todo el mundo, como Finlandia y Singapur. Sin embargo, lograr una transversalidad exitosa en México requerirá una planificación articulada, capacitación docente en todos los ejes, dinámicas de clase diseñadas para alcanzar los aprendizajes esperados y evaluaciones que midan los resultados.
Es importante destacar que la transversalidad no debe reemplazar la enseñanza de disciplinas cruciales para el desarrollo académico de los alumnos, como la comprensión lectora y las habilidades matemáticas. El nuevo plan de estudios parece enfocarse en un enfoque práctico y utilitario de estas materias, lo que podría desmotivar a los estudiantes y hacer que pierdan interés en aprender temas más complejos al no encontrarles una aplicación relevante en su entorno.
Se pierde la continuidad de los estudios en bachillerato en el salto de secundaria a bachillerato.
El nuevo plan de estudios para la educación básica en México presenta una desintegración en la ruta de la educación obligatoria que va desde la educación inicial hasta el bachillerato. A pesar de que los planes de estudios para la educación básica y media superior fueron oficializados como una estrategia unificada, existen diferencias importantes en los currículos que impiden una verdadera integración en la práctica.
El plan de estudios de 2017 fue un esfuerzo pionero que buscó establecer continuidad y progresión en habilidades y conocimientos desde preescolar hasta bachillerato. Sin embargo, la implementación del nuevo plan de estudios podría significar un retroceso en el diseño de planes educativos integrados para la educación obligatoria en el país.
La falta de una secuencia lógica entre los planes de estudio de los distintos grados podría obstaculizar el avance de los estudiantes de educación secundaria a media superior. El paso al bachillerato es una etapa crítica con alta tasa de deserción escolar, por lo que es un punto que requiere atención prioritaria por parte de las autoridades. La falta de articulación entre la educación básica y la media superior podría aumentar el riesgo de deserción y disminuir las oportunidades para el talento que busca acceder a la educación superior.
La falta de coherencia y continuidad en los planes de estudio podría ser un obstáculo para el progreso educativo de los estudiantes, afectando negativamente su formación y desarrollo académico. Es fundamental que las autoridades trabajen en una verdadera integración de los planes de estudio para garantizar una educación de calidad y una transición fluida entre los distintos niveles educativos, brindando a los estudiantes las herramientas necesarias para alcanzar su máximo potencial y contribuir al desarrollo del país.
La autonomía sin límites de los docentes tiene riesgos.
El nuevo plan de estudios para la educación básica en México sigue promoviendo la autonomía curricular, una característica que ya estaba presente en el modelo educativo de 2017. Esta autonomía permite a los maestros incorporar temáticas variadas en sus clases, personalizar y adaptar los contenidos, métodos de enseñanza, evaluaciones y actividades de aprendizaje según las necesidades, intereses y entorno de los estudiantes, siempre dentro de ciertos lineamientos y límites.
Sin embargo, en el nuevo plan de estudios, no se establece un límite específico para esta autonomía, lo que podría llevar a dos riesgos importantes. En primer lugar, la diversidad de criterios entre los docentes de educación básica podría dificultar la uniformidad de conocimientos que los estudiantes deben adquirir y complicar la transición entre niveles educativos, lo que a su vez podría acentuar las desigualdades educativas entre diferentes regiones del país.
En segundo lugar, al otorgar a los docentes la responsabilidad de contextualizar el contenido educativo según la realidad social de cada entorno, cada maestro tendría que realizar una planificación pedagógica para cada grupo de alumnos que atiende, lo que podría aumentar significativamente su carga de trabajo. Es fundamental que esta responsabilidad venga acompañada de capacitación y apoyo adecuado para que los docentes puedan llevarla a cabo de manera efectiva.
Si bien la idea de promover la autonomía curricular tiene sus ventajas, tal como fue planteado en el nuevo plan de estudios, podría representar un retroceso para la educación y la generación de talento en México a largo plazo. La administración actual tuvo la oportunidad de transformar la educación, pero desafortunadamente no se aprovechó para abordar problemas como el rezago educativo, la creciente deserción escolar y la necesidad emergente de talento especializado.
Es necesario repensar el nuevo plan de estudios y llevar a cabo una implementación más estratégica y coordinada, que cuente con planes sintéticos finalizados y una capacitación integral para los docentes. En este sentido, aún hay incertidumbre en las comunidades educativas en cuanto a los detalles de la implementación.
Mientras la atención política se centra en las elecciones de 2024, la crisis educativa pospandemia aún está lejos de resolverse. Es urgente abordar estos desafíos para hacer frente a las problemáticas educativas, fomentar el desarrollo de talento y brindar mejores oportunidades para todos los estudiantes de México.