Jamuve se llenó de vida con talentosos músicos y artistas de diferentes estados en un evento cargado de tradición.
En Jaumave, la Huasteca Potosina mostró su exuberancia folclórica con zanates bulliciosos en las plazas, pero también deslumbró con guacamayas que daban la bienvenida en el jardín principal. Jaumave, reconocido como santuario de estas aves, demostró su esencia al albergar la delegación de San Luis Potosí. Esta localidad ya había dejado una impresión visual con la estatua monumental en el parador que lleva su nombre, en la carretera federal 101, la cual conecta la capital, Ciudad Victoria, con el único Pueblo Mágico de Tamaulipas, Tula.
La tarde del miércoles 16 fue una experiencia sensorial en Jaumave. El calor similar a la comarca se sentía mientras el hambre desaparecía con un machacado con huevo. El olor característico de cuera tamaulipeca llenaba el aire en los puestos que se preparaban para el XIII Encuentro de Niños y Jóvenes Huapangueros, que se extendería durante tres días (17 al 19 de agosto).
Con el anochecer, los sonidos de los zanates cedieron paso a la armonía de guitarras, jaranas y violines, tocados por artistas de San Vicente y el Centro Cultural de la Huasteca Potosina. Estos músicos, bajo la penumbra de los árboles, presentaron “La petenera” y “Las flores”, intercaladas con sones de Xantolo.
La mañana siguiente trajo risas con el espectáculo “Mimósica Huasteca” en el Teatro del Pueblo. Luego, la seriedad se apoderó de las aulas de la escuela “Benito Juárez” con talleres de jarana, quinta huapanguera, violín y versificación huasteca. Conversatorios y talleres de danza prepararon el escenario para la gran inauguración y las primeras actuaciones.
Cerca de las diez de la noche, los niños del grupo “Nuevo Amanecer” subieron al escenario con la presentación de Ludivina Nieto Ornelas. A pesar de las adversidades, como una alergia repentina y zapatos apretados, estos jóvenes artistas conquistaron al público con canciones como “El querreque”, “Tres huastecas” y “Becado por Dios”.
El viernes 18 continuó lleno de dinámicas, talleres y actividades en el manantial “El ojito”. La frescura revitalizó a los pequeños músicos para la segunda noche, donde el trío “Cantores del Cuayalab” de San Vicente brilló con su carisma y talento en canciones como “El gusto” y “La Rosita arribeña”.
La camaradería con otros grupos de diferentes estados fue evidente durante el evento. El cierre llegó el domingo 20 con un toque de nostalgia al decir adiós, pero los 280 kilómetros de distancia no impedirían el retorno hacia la Huasteca Potosina, recibido por una inesperada lluvia que pareció ser un regalo para los artistas que habían rendido tributo a la tradición musical durante tres noches.
